Hoy, 27 de mayo es el Día Nacional del Celiaco. Con motivo de este día, me gustaría mencionar 3 términos que en ocasiones se suelen utilizar como sinónimos, pero en realidad, no son lo mismo. Se trata de la celiaquía, la sensibilidad al gluten y la alergia al gluten o al trigo.

La celiaquía, es una enfermedad autoinmune, sistémica y crónica producida por la ingesta de gluten y otras proteínas afines. No se considera una intolerancia al gluten, ya que, no solo consta de sintomatología digestiva, sino que afecta a nivel sistémico. Además, las intolerancias alimentarias ocurren sin intervención inmunológica.

Lo que ocurre es que el sistema inmunológico reacciona de forma errónea cuando se produce un consumo de gluten. Se genera una respuesta inflamatoria, la cual, puede provocar daños a nivel digestivo y otras afecciones en el organismo no digestivas.

No obstante, la sintomatología puede tardar en manifestarse e incluso tener síntomas tan leves que se apenas se noten (enfermedad celíaca asintomática). Sin embargo, con el tiempo puede ocasionar daño en las vellosidades intestinales, provocando así, una malabsorción de nutrientes y otras alteraciones como: intolerancia a la lactosa, dermatitis atópica, debilidad muscular, anemia, etc.

Por otra parte, la sensibilidad al gluten es una patología cuyo origen es desconocido y se lleva estudiando con intensidad desde el 2011. Aun no se sabe si es el gluten el causante de esta enfermedad, otros componentes del trigo u otros cereales. Lo que sí se sabe es que las personas que padecen esta afección comparten algunos síntomas de la celiaquía, pero no cumplen con los criterios exigidos por las pruebas diagnósticas.

Asimismo, se diagnostica por exclusión de gluten en la dieta, ya que, no cuenta con pruebas específicas y se detecta una vez descartadas la celiaquía y la alergia al gluten/trigo.

El cuadro clínico aparece unas horas después tras haber ingerido alimentos con gluten. Suelen aparecer síntomas digestivos: dispepsia (malestar en el abdomen), dolor y distensión abdominal, alteraciones en el ritmo intestinal (diarrea o estreñimiento). También pueden aparecer otros síntomas como: cefalea, entumecimiento de las extremidades, debilidad, alteración del ánimo. El cuadro clínico mejora cuando se hace una dieta exenta en gluten.

Asimismo, para confirmar el diagnóstico de sensibilidad al gluten se siguen las recomendaciones recogidas en el Protocolo para el Diagnóstico Precoz de la Enfermedad Celíaca publicado en 2018 por el Ministerio de Sanidad, donde se aconseja la estrategia de «doble-ciego». Esta consiste en Consiste en administrar gluten o placebo camuflados entre la comida exenta de gluten durante una semana y posteriormente, la otra sustancia (placebo o gluten) durante otra semana, dejando entre medias una semana en la que no se administra ninguna de las dos. A lo largo del proceso el paciente tiene que ir rellenando un cuestionario de síntomas para valorar si realmente el gluten está teniendo algún efecto en el individuo. No obstante, ni el médico ni el paciente sabrán durante la prueba en qué orden han sido administradas ambas sustancias hasta el final del proceso.

Ahora bien, hay personas sanas que eliminan el gluten de su dieta creyendo que será más sano, y lo que ocurre es que el organismo se habitúa a la ausencia de ese nutriente y pueden surgir intolerancia a largo plazo. De la misma forma, si vemos un producto en el supermercado con el sello “sin gluten” en su etiqueta, no es que sea más sano, ni tiene por qué ser adecuado.  Solo debemos excluir el gluten cuando haya un diagnóstico de sensibilidad, celiaquía o alergia.

La alergia al trigo es poco frecuente. También es una enfermedad del sistema inmunológico y se manifieste minutos más tarde a partir del contacto (contacto, ingesta o inhalación) con alguno de los compuestos del trigo, como el gluten. Provoca síntomas que varían desde la hinchazón o picazón, a la urticaria, dolor de cabeza, congestión nasal, cólicos, náuseas, vómitos hasta la anafilaxia en los casos más graves.

Las pruebas para diagnosticar alergia al trigo son las pruebas habituales que se realizan para diagnosticar alergias alimentarias.


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