Cuando alguien decide iniciar un proceso de cambio en su relación con la comida o en su educación alimentaria es común pensar que el nutricionista es quien llevará todo el peso del proceso, como si tuviera una varita mágica que garantizará resultados. Pero la realidad es que, aunque el acompañamiento profesional es clave, el verdadero protagonista siempre es la persona que transita el cambio.

Un proceso nutricional no es algo que simplemente «se sigue», como si fuera un guion ajeno. Es un camino que se construye a medida, donde la persona tiene voz, voto y un papel fundamental en cada decisión. Un nutricionista puede brindar herramientas, conocimientos y acompañamiento, pero si el paciente no tiene un rol activo, el cambio será superficial y poco sostenible.

El nutricionista no te dice qué hacer, sino que te ayuda a encontrar lo que funciona para ti.

La alimentación no es solo cuestión de calorías o de elegir «lo correcto». Es un proceso en el que entran en juego emociones, historia personal, creencias y hábitos arraigados. Por eso, un plan impuesto sin escucha ni reflexión no tiene sentido.

Si la persona no se siente protagonista de su proceso, ¿de qué sirve?

  • Escuchar y validar → No se trata de seguir recomendaciones sin cuestionar, sino de entender qué funciona para cada uno.
  • Autoconocimiento → Reflexionar sobre señales de hambre y saciedad, emociones y patrones de conducta.
  • Responsabilidad compartida → El nutricionista acompaña, pero el compromiso con el cambio depende de la propia persona.

Si delegamos toda la responsabilidad en el nutricionista, el proceso pierde sentido. No se trata de hacer las cosas «porque me lo han dicho», sino de construir una relación con la comida que tenga sentido para ti, que puedas sostener a largo plazo y con la que realmente te sientas bien.

Tu historia, tus emociones y tus decisiones importan. Tú eres quien vive tu día a día, quien decide qué cambios son viables y sostenibles para ti. Y en ese proceso, el nutricionista no es el protagonista: es el guía que camina a tu lado, pero el camino lo recorres tú.

 

 


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