Cuando el mundo te dice que tu cuerpo debería ser diferente, que no es lo “suficientemente” algo, es fácil caer en la trampa de creer que tienes que cambiarlo para ser aceptad@. Y muchas veces, esa presión se cuela en tu relación con la comida: culpa, restricciones, miedo a lo que comes… como si tu cuerpo fuera un error que necesitas corregir.

Pero…

¿y si tu cuerpo nunca fue el problema?
¿Y si en lugar de castigarlo, empezaras a escucharlo?
¿Y si la comida volviera a ser solo comida, sin miedo ni culpa?

Tu cuerpo es el hogar en el que vives. No tiene que ser perfecto para merecer respeto. No tiene que encajar en estándares ajenos para ser suficiente. Mereces sentirte bien en él, sin que la alimentación sea una batalla constante.

Estoy aquí para ayudarte.


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